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- El Ejecutivo encarga
un estudio de regeneración democrática
La Moncloa constata el desafecto tras confirmar el CIS que los políticos son el tercer problema para los españoles
FERNANDO GAREA Madrid 8 OCT 2012 - 22:51 CET65
Archivado en: Mariano Rajoy Crisis económica Metroscopia Recesión económica CIS Coyuntura económica Encuestas Protestas sociales Opinión pública Empresas Malestar social España Partidos políticos Problemas sociales Política Economía Sociedad
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El Gobierno dio este lunes el primer paso para intentar cubrir la brecha entre los ciudadanos y los políticos y mejorar así la percepción las instituciones. En concreto, la vicepresidenta, Soraya Saénz de Santamaría, empezó por admitir el problema y anunció el encargo de un plan para la “regeneración de la democracia” a un grupo de expertos del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.
Este organismo, dependiente de La Moncloa y presidido por Benigno Pendás, ya hizo una propuesta y asesoró al Gobierno en la elaboración de la ley de transparencia, cuyo proyecto de ley se tramita aún. En 2008, el entonces ministro de Presidencia, Ramón Jáuregui, le encargó un Plan de Derechos Humanos. Ayer la vicepresidenta habló de elaborar uno nuevo, en el que participarán expertos y que, según fuentes del centro, incluirá el desarrollo de derechos como el de manifestación o medidas de regeneración y lucha contra la corrupción, entre otras. Hasta ahora, el Ejecutivo no había mencionado esta posibilidad en ninguna de las agendas de la legislatura. Sin embargo, ha cambiado el paso, tras constatar en estudios y sondeos la percepción ciudadana de deterioro democrático.
El Centro de Estudios Sociológicos (CIS), dependiente de La Moncloa, hizo público este lunes su barómetro del mes de septiembre, en el que aparece la gestión de los políticos como el tercer problema para uno de cada cuatro españoles. Esta cifra nunca se había alcanzado y coincide con los datos del barómetro de Metroscopia publicado el domingo por EL PAÍS. Según el CIS, el paro es el principal problema para el 79,3% de los españoles, seguido de los problemas económicos para el 49,4%. Tras esos dos problemas vinculados directamente con la crisis económica, el tercero, para el 26,9% de los encuestados, es la clase política y los partidos políticos. Este dato coincide con los incluidos en el sondeo de Metroscopia, que muestran la brecha ciudadana con el sistema democrático, la crítica a la clase política y la petición de reformas constitucionales. La vicepresidenta admitió ayer esta situación y dijo que le “preocupa” la existencia de un “cierto distanciamiento de la política respecto de la sociedad y la realidad”, del que “se habla por muchos”. También añadió que “quizá la mejor reflexión personal que podemos hacer los políticos para servir de verdad a la profesión a la que temporalmente algunos nos dedicamos, es de actitudes y de aptitudes, de asumir esta tarea desde la austeridad y desde la ejemplaridad. Y saber que tenemos que gestionar lo público con el mismo rigor con que hacemos lo privado”.
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La número dos del Gobierno explicó que “no es solo cuestión de leyes”, sino de “un cambio de mentalidad de lo público mucho más profundo” a la hora de “tomar ciertas decisiones”. Saénz de Santamaría aseguró que “son necesarias transparencia y responsabilidad. Se habla mucho de la política en general y de los políticos, y coincido en que hay un exceso de política y de políticos”. No obstante, hizo una defensa del sistema democrático, pero dando por hecho que se puede mejorar. “Es perfeccionable, muchísimo, y tendremos que cambiar muchas de las comodidades con las que a veces nos gusta gestionar la política y la democracia, pero también es el único sistema que conozco que es capaz de representarnos a todos, porque coloca por encima de todo la ley”.
Las encuestas del CIS y de EL PAÍS también coinciden en el cuestionamiento del Estado autonómico, cuya reforma se defiende mayoritariamente. En concreto, en el sondeo del CIS, el 24,5% apuesta por un Estado sin autonomías, frente al 21,9% del pasado mes de julio. En la encuesta de Metroscopia, ese porcentaje era del 29% y solo un 26% defendía el mantenimiento del actual Estado de las autonomías. En la del CIS, un 14,5% apuesta porque las comunidades tengan menos autonomía que ahora y solo un 8,9% reivindica que se les reconozca poder convertirse en estados independientes.
La
primera pregunta que surge es: ¿cómo es posible que los políticos
sean un problema? ¿No deberían ser una solución? En el trasfondo
se considera que los políticos son los culpables de que las cosas
sean como son, de que vayan tan mal, pero no sólo porque no sepan
afrontar los problemas (que probablemente y dicho con todos los
respetos, no saben), sino porque se les considera esencialmente
deshonestos y en el sentir colectivo flota en el ambiente que se
las llevan todas. Tanto
como para lo malo, ya que se llevan muchas bofetadas, como para lo
bueno para ellos, ya que en compensación ya se procuran unas buenas
prebendas, inalcanzables para el resto de los mortales. Dame
pan y dime tonto,
ya se sabe.
Pero
no quería enfocar este el comentario por los privilegios con que se
regalan a sí mismo los políticos, que no hay que ver más que las
condiciones de jubilación de los parlamentarios nacionales
verbigracia (el amor empieza por uno mismo). Quería incidir en un
aspecto que frecuentemente se olvida y es que esos mismos
probablemente con toda la razón denostados políticos, no son más
que una representación de la sociedad. Si hay políticos honrados,
deshonestos, bandarras,
inútiles, listos, trabajadores o escaqueadores,
los hay en la medida que, en la misma proporción, hay ciudadanos
así.
Es
frecuente que en muchos círculos, se despotrique
de
los políticos. Como se deduce, no seré yo quien les defienda en
general de muchas de sus impresentables acciones y omisiones (que se
defiendan solos que para eso deben al menos que saber argumentar).
Porque ciertamente en muchos casos se aprovechan del cargo todo lo
que pueden -toma
el dinero y corre, como
la película de W. Allen- y además, en una gran parte, tienen una
preparación manifiestamente mejorable. Hay muchos y renombrados
casos en los que no consta que ni siquiera fueran capaces de pasar de
primero de carrera, de cualquier carrera. Y no hay nada más
peligroso que un ignorante puesto a tomas decisiones, más si
simplemente se ayuda de un asesorcete
tan
ignorante como él o quizás tan listo como para hacer lo necesario
para mantenerse en su cargo pese a lo que sea. Grave es que en muchas
ocasiones se dispongan a regular cosas, importantes parcelas de la
actividad humana, y ni siquiera hayan leído el Título Preliminar
del Código Civil. El mayor atributo que les adorna es normalmente
ser un leal funcionario
del partido equis,
haber cundido
mucho
por el partido, haber hecho bulto en todas partes donde le llamase el
jefe o hacer la clac y la pelota adecuadamente y con estilo, es decir
haciéndola pero sin que se note demasiado. Finalmente es premiado
por su lealtad, nunca se cuestiona su competencia profesional o
preparación intelectual. Así surgen leyes como la de la patada
en la puerta. Es
como ponerse en manos de un supuesto cirujano que nunca ha visto un
bisturí ni sabe lo que es una gasa. Un peligro público.
Por
lo tanto, como tantos otros han dicho ya, no sé como, pero se
debería exigir un mínimo de preparación
para ejercer política. Ésta es el arte de tomar decisiones que
afectan a la colectividad de entre diversas alternativas que
previamente hay que comprender y valorar. Un médico cuando receta a
un enfermo aplica su conocimiento valorando adecuadamente el
coste-beneficio y sabiendo que siempre que prescribe algo, existen
efectos secundarios, sabiendo cuáles son y decide –con
conocimiento de causa- si merece la pena correr esos riesgos. Pero
muchos políticos ¿hacen lo mismo? Me temo que no.
Por
lo tanto, ciertamente, hay que exigir un cambio radical por parte de
los políticos, una regeneración democrática que promueva al poder
gente honrada y además un poco preparada, concepto que subyace en el
aire y que es necesario concretar en actos. Al mismo tiempo, es
necesario hacer algo aun más difícil, hace falta un cambio radical
de todos y cada uno de nosotros, los ciudadanos. Los políticos no
son ni mejores ni peores que nosotros. Cuando ese círculo de gente
al que antes aludía puede proseguir con
sus diatribas, se puede razonar que ciertamente muchos políticos se
aprovechan descaradamente del cargo, cuando no incurren en tipos
penales. Pero si reflexionamos acerca de cuál sería el
comportamiento de uno mismo en su situación, ¿es que en esta
sociedad el que puede no se escabulle de pagar algo en renta si
barrunta que no le van a pillar? ¿O no paga directamente y sin
factura a un gremio equis para ahorrarse el IVA? ¿o se salta un
semáforo? Los políticos no son más que una representación de la
sociedad. Probablemente hay la misma proporción de políticos
inútiles y corruptos que de ciudadanos inútiles y corruptos. Por
eso es preciso un giro de ciento ochenta grados no sólo de los
políticos sino de todos nosotros. Quizás en ese momento empiece a
cambiar la sociedad en su conjunto.
Y
por eso soy sumamente pesimista. No veo posible ni factible en
nuestra sociedad hispana que se actúe en gran medida de un modo
éticamente correcto desde la interiorización de lo correcto de los
comportamientos. Una gran parte de la sociedad si puede, defrauda a
Hacienda, circula a mayor velocidad de la permitida, molesta con
ruidos a los vecinos, echa papeles al suelo o fuma en el ascensor.
Hasta que no nos convenzamos desde el interior de que es necesario
respetar las normas a toda costa, a pesar de que no haya sanción e
incluso revisar lo ético o no de nuestras acciones a pesar de que
puedan ser legales (lo que implica cierto grado de compromiso con uno
mismo), esto no cambiará, estaremos abocados a ser la cola de Europa
en casi todo.
Se
cuenta que un trabajador de una firma de una conocida marca de
automóviles en Suecia llegó un día con su automóvil a la fábrica
muy temprano y en vez de aparcar en la puerta, aparcó en un extremo
del aparcamiento. Cuando fue a entrar, el encargado del control de
entrada, que vio todo, le preguntó que si llegaba tan pronto por qué
aparcaba tan lejos. Éste contestó que porque los que por causas
sobrevenidas vinieran después vendrían con prisa y si tenían
libres las plazas más cercanas a la puerta podrían incorporarse
antes a su puesto. Toda una parábola. Aquí en el sur, lo primero
que pensaríamos es que ese ciudadano era un poco lelo.
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